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Nicolás Chesa

 

 

 

Nicolás Chesa fue jefe de Servicio de Urología del Hospital Insular 1995-2012. Fue profesor asociado en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Es un gran aficionado y amante de la historia de la medicina en Canarias. Gracias a sus investigaciones históricas ha descubierto importantes detalles sobre la profesión en los siglos XIX y XX, que ha plasmado en varias obras. 

Natural de Las Palmas de Gran Canaria, procede de una gran saga médica, donde casi todos eran médicos y la mayoría urólogos. Es nieto del primer urólogo de Canarias, que ejerció en los años 20 del siglo XX. 

Nicolás Chesa con apenas 16 años se marchó a estudiar medicina en Navarra. Terminó en 1972, realizó una breve estancia formativa en Alemania, y se desplazó a Gran Canaria a trabajar en el Hospital Insular como agregado, honorario. 

Relató sus vivencias profesionales en el Insular a principios de los 70. "Mi padre era jefe de servicio y Rafael Betancor, ayudante. No había más. Y yo aparecí de tercero allí, sin cobrar honorarios, durante dos años, hasta que conseguí una plaza", reconoce Chesa. 

Por las tardes en una consulta privada y por las mañanas en el hospital, adquirió mucha experiencia y obtuvo la especialidad de urología. 

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Tras el traspaso al Servicio Canario de Salud, se produce un nombramiento en 1995 que cambia su vida profesional. Rafael Betancourt es nombrado director del Hospital y se queda vacante la Jefatura de Servicio. "Yo tenía en propiedad la jefatura de sección por lo que me nombran jefe de servicio interino, una interinidad que perdurará hasta el final", asume con normalidad. 

Relata cómo durante todos los años que estuvo en el Hospital Insular, disfrutó del ejercicio de la medicina e impulsó y apoyó todos los avances que la urología fue teniendo durante los años que estuvo al frente. "La lucha era intentar equiparar el servicio de Urología del Hospital Insular a los Servicios de Urología de la sanidad pública", argumentó.

Reconoce que estuvo ejerciendo la jefatura del servicio con gran motivación hasta el día que se eligió retirarse, "en el momento que no sentí ilusión, el día que me di cuenta que ya no me apetecía ir a trabajar, lo dejé", analizó.

Ahora está volcado con su otra gran pasión, la historia de la medicina en Canarias. Le apasiona, le entretiene, le reta y le ilusiona, como él reconoce. "Todo empezó porque un día por casualidad descubrí que tres médicos canarios que estudiaron en Montpellier en diferentes momentos del siglo XIX, realizaron su tesis con el mismo tema", recuerda. Ya ha publicado cuatro libros siempre con los tres elementos clave: historia, medicina y Canarias. Está preparando ya una nueva investigación.

Como reflexión: “nada ha podido ser más gratificante en mi carrera que el instante en el que cada vez que he visto u operado a un enfermo, éste me sonríe y me da la gracias. Eso para mí no tiene precio”.

Médicos que dejan huella